Las fotografías únicas de la Alhambra realizadas por Javier Abella y presentadas -algunas- en cajas retroiluminadas son un minucioso proyecto desarrollado a lo largo de 14 meses, aprovechando la luz que ofrece el día a distintas horas. En ellas, Abella muestra otra realidad en forma de fotografía en negativo. “El trabajo se realiza con una cámara que me permite visualizar la imagen en negativo sin necesidad de tener que emplear una postproducción digital. Los equilibrios y las fugas que se consiguen trabajando en negativo distan mucho de los resultantes de una fotografía convencional.”, explica el autor sobre su trabajo.

Su creador, nombrado Talento España Global, ya ha utilizado esta misma técnica para fotografiar Jerusalén, Berlín, Londres, Madrid o Barcelona, y ha dejado constancia de su trabajo en la Alhambra en un libro-catálogo que cuenta con textos de Ramón Masats, Estrella Morente, Rafael Guillén o María Kodama. Esta exposición es una muestra de los contenidos de su libro, editado por Abella y que contiene 153 fotografías.

Javier Abella (Madrid, 1971). Diplomado en publicidad por CENP en 1993,  completó su formación como fotógrafo  en las escuelas CES, EFTI y FYCSA.  Con su trabajo innovador pretende hacer una invitación al espectador para redescubrir las ciudades, los objetos, las cosas en general. Cuenta con  12 exposiciones individuales y otras tantas colectivas. En 2009 fue galardonado con el Premio a la Tertulia Ilustrada de Madrid (fotografía) y en diciembre de 2016 fue nombrado Talento Marca España. Además posee tres publicaciones tituladas Otras Realidades, La Alhambra (2015); Otras Realidades, Madrid (2013) y Otras Realidades, Barcelona (2012).



“Dijo Perogrullo que pasar del día a la noche no es difícil, basta con esperar a que se ponga el sol.
Javier Abella no espera. En su laboratorio solariza las imágenes diurnas y por arte de birlibirloque, las poetiza para mostrarnos una realidad, OTRA.
Los artistas conceptuales aseguran que la fotografía es una mentira, pero Javier no miente, solo muestra la belleza oculta de SU noche.
Iconoclasta, muestra a los adoradores de la nocturnidad y de sus misterios, SU realidad.
Chamán convierte balcones y ventanas en un carnaval de ojos adorables
y labios venecianos. Sólo un poeta puede verlo así.
Arácnidas aldabas, reflejos nazaríes y abstracciones sin excusa. Vamos, una gozada.
Los adictos a la energía de la noche y a sus misterios somos felices.
En fin, que no hay mayor satisfacción que procurar prescindir de lo intelectual y ser sensibles,”


“Y al fin se revela la enorme ficción, la inquietante fragilidad, la mentira y la media verdad de la Alhambra. Los rayos místicos de Ibn Tufail y Avicena palpitando hacia ese temblor espiritual. Has llegado a ese estado, tus ojos se abren, adquieren la vista y recorren toda la fortaleza dándole la vuelta. No encuentras nada distinto a lo que recuerdas ni cosa alguna que no reconozcas, coincide todo con las descripciones que de ella se han dado. Encuentras nuevo en todas las imágenes, grandes cosas: una mayor evidencia, claridad y un placer más grande.
Los fugitivos destellos de luz se multiplican en desvanecimientos estáticos, apenas vislumbras y esa nueva iluminación te electrifica.

Conocíamos los colores solo por la descripción por sus nombres y apasiona encontrar una vista perspicaz con los ojos abiertos y que no necesita de la especulación racional. Se percibe lo metafísico y lo supra sensible. En esta clase de alucinación la diferencia entre la percepción de los que emplean sólo las fuerzas de la razón y la clarividencia de los visionarios está en que estos conocen lo suprasensible en sí mismo, penetrando su esencia misma.
Una noche cegada por el día.”